ATRÉVETE

 Peligroso parece, cada día más, compartir con la sociedad aquellas situaciones que nos incomodan, hieren lentamente nuestro interior y tratan de salir a flote bajo una tímida sonrisa que sostiene un salvavidas a menudo pinchado por la necesidad de sentirse fuerte en el carrusel de la vida, donde la ley de la selva impera, donde si eres débil, fácil presa serás. Una gacela asustada en un paraje de leones hambrientos de fama y sed de perfección imperfecta.


Mantenerse erguido, firme y decidido es la única exigencia loable para transmitir confianza en un entorno donde cada ser guarda sus cartas bajo la manga escondiendo un “póker” o quizás un “farol”.


Tanto cuesta quitar la coraza del corazón que muchos deciden perecer en el intento, solo por la vergüenza de fracasar, por mantener el velo de la dignidad acabada íntegro, aunque en la capa más profunda esté hecho jirones. 


La verdadera valentía se fabrica con sonrisas y lágrimas. Exteriorizar aquello que nos apuñala y hiere, debería de ser tarea obligatoria global y un “sine qua non” en materia de salud.


Poder sacar a la luz los sentimientos es la obra más dura, exigente y bella para poder recuperar la pureza y calma que merecemos. Vale más una mano amiga que el mayor tesoro del mundo. 


Solamente falta encontrar esa mano y dejarnos ayudar. Aunque en el proceso nos despellejemos la piel con aquello que duele, es necesario para poder sanar pronto y evitar que la esperanza de la caja de Pandora se esfume. 


Hoy es buen día para que David vuelva a vencer a Goliat.

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