LA CUERDA DE LA VIDA

Cuidar con el máximo cariño, amor y decoro cualquier elemento, persona o lugar en este intangible mundo, debería de ser tarea indispensable, obligatoria, mágica en la manera de efectuar un compromiso mutuo y global, en el que todos puedan salir beneficiados; donde el león empatiza con la gacela y un lobo es capaz de dormir junto a la oveja. 


Sin embargo, lobos, leones y demás depredadores, haciendo honor a su feroz legado, sacando pecho entre bastidores, tratan de imponer su ley con la desfachatez de un vaquero del lejano oeste: inquebrantable y sancionadora sino estás de acuerdo; fácil y conciliadora si eres uno más de la manada. 


Inclusividad de postín, manifiesta en seres anormalmente normales, donde la similitud de caracteres, perfora como una bala el pecho del “desigual”, relegándolo al abismo de la soledad, desangrándolo lentamente en el olvido de su existencia. 


Palabras, que no hechos, en boca de quienes aparentan portar la solidaridad como espejo del alma, que se desvanecen cuando necesitas entrada VIP para poder ser alguien. 


Palabras en boca de cuerdos, donde la razón suprema del líder es inamovible y la etiqueta de “loco”, de fácil colocación, se concede a aquellos que dirimen de la norma establecida. 


Cuántos “locos” habrá que soportar, para que alguien “cuerdo” admita que en la cuerda de la vida la casilla de salida es la misma para todos.

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