REALIDAD
Dura es la calma que azota y quiebra mentes inquietas que llenan el mundo de escenas dicharacheras y palabrería varia, para plasmar en su catálogo de presentación un reconocimiento ecuánime, mientras el interior es un vacío superfluo, un control descontrolado, que trata de encontrar en la apariencia un resquicio de supervivencia.
En un lugar llamado Tierra, donde la misma se tiñe de envidia, avaricia y odio, donde creemos al primer “Mesías” que ofrece caridad y anhelamos fiesta y circo para tapar el bucle de cicatrices que deja a su paso la semana, todos sabemos que poco o nada funciona como debería.
Algunos intentamos alcanzar desde la base, como peones sudando cemento, reconstruir el sentimiento de dignidad y empatía común, pilar básico para reiniciar todo.
Sin embargo, cuando una enfermedad está bastante avanzada, hay medicamentos que pueden ralentizarla, pero en rara ocasión erradicarla.
En el último clamor al cielo, alguien rogará misericordia, otros pedirán perdón; alguien dará media vuelta, para no mirar atrás y con las botas puestas, vergüenza, sangre y dinero en mano, desfallecerá; mientras se sigue preguntando…qué es lo que hizo mal.
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