CARA A CARA
Cuando la extrañeza y el desconocimiento dejan paso al miedo, éste se aferra con la fuerza de un Titán, oscureciendo y silenciando cada parte de nuestro ser, para proteger férreamente el individualismo bajo la máscara del egoísmo más radical.
Sociedad: palabra que debería aunar un conjunto de actos expresados en la correcta correlación de vivencias y culturas, está degradando su significado reduciéndolo a la mínima expresión.
El ámbito de la confianza es un hogar seguro donde solamente se puede acceder con identificación y pulsera. ¡Dónde quedaron aquellas miradas ajenas que agradaban sin juzgar! ¡Cuándo se rompió el hilo de conversaciones a pie de calle que surgían sin forzar!
¡Corten cables, piensen claro! Es hora de abrir los brazos. Levantar la mirada y juzgar sano; porque no hay ser más valiente, (con calma en cuerpo y mente), que aquel que vive sin miedo, sin encarcelar a villanos, sólo por mirar de frente.
Inmersos en esta nueva etapa de supuesta seguridad digital, olvidamos lo que un día fuimos; seres sin cable ni filtro, que abusaban compartiendo momentos, familia, ruido; un perfecto recital.
Apenas se dan “las gracias”, saludar pasó de moda, escuchar a quien vivió mil batallas es sinónimo de aburrimiento; de aquellos que se supone en breve serán el nuevo sustento, en ésta gran sociedad, que mengua y siente lamento.
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