DOMINAR O DOMINARSE
Nadamos con torpeza en el limbo de la vida, buscando las olas más altas, olvidando disfrutar de la marejada y del leve sonido de la espuma acariciando la arena.
Buscamos premios gordos sin garantías, que brillen en la oscuridad; esperando la oportunidad de poder “ser alguien” escondidos en el rincón más vacío del hogar.
Ansiamos descubrir y deleitarnos del dulce sabor que tiene el reconocimiento público y la seguridad de un amplio bagaje económico auspiciado por marcos y escalafones predefinidos.
Preferimos dominar el arte de filtros y canciones antes que dominarnos a nosotros mismos. La vida parece no medirse en experiencias y momentos; un continuo claroscuro al estilo de “Caravaggio” de sutiles pinceladas y enfoques pero cromatismo incierto.
Morimos viviendo utopías que siguen patrones de ética desmedida; ofreciendo seguridad y roles vacíos de contenido para llenar mentes preformadas que tienen marcado el destino.
Son peluches de puntos y feria que esperan ser recogidos con sus ojos bien abiertos, posteando con impaciencia para ser los elegidos por el tirador más certero; y poder clamar algún día que triunfaron en vida, perdiendo su dignidad y sitio.
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