A CAPA Y ESPADA

 Afianzado en la seguridad que transmite un puñado de monedas; mirada estoica que trata de ocultar un cuerpo agotado, permanece indemne a incómodas situaciones y vejaciones  que serían de facto, motivo para derrumbar hasta el gigante más fuerte. 

Llega a su hogar agotado de librar mil batallas, donde su espada son las decisiones y el escudo un corazón desnudo que recibe golpes y mandobles. Y ya desgastado, asume la verborrea y el sermón de siempre esperando que el próximo día haya tregua en la batalla, para no volver a sangrar y sacar ésta vez bandera blanca.


Mentes férreas que soñaban ser inquebrantables, se transforman en cristal fino que dilapida ilusiones y merma capacidades, sesgando sueños y emociones. 


Ahora se tambalean en la linde que separa el miedo de la necesidad, dejando a su espalda la forja con su sustento; sus anhelos y deseos más puros, para llevar consigo los turbados y perentorios hasta que algún día su caballo diga ¡basta!  Y mordiendo de nuevo el polvo, dé media vuelta al camino para recoger los trozos, consiga rehacer el puzzle, recomponer alma, corazón y vida; buscando senderos más llanos, senderos con menos heridas. 

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