REGRESO A LA VIDA

 En este mismo instante en algún recóndito lugar del planeta, alguien se frota las manos regodeándose, disfrutando y quizá emocionándose por el supuesto éxito de transformación cosechado por la llegada de la era robótica.

No hay mejor arma que la idiotización del pueblo; aquel que se mueve y deja manejar los hilos de su vida por una pantalla u objeto en movimiento. 

Influencia de palabras y productos que prometen desarrollo. Promesas de futuro auspiciadas por el beneplácito de un poder que relega la educación, base y pilar maestro de nuevas generaciones, en contenidos meramente audiovisuales. Sólo para adormecer al pueblo: opio atractivo, barato y dinámico. 

Pequeñas mentes atormentadas por la ingesta de cantidades inasumibles de contenido que aliena y deshumaniza. Quizás sea el momento de romper pantallas y poner filtros, para recuperar el valor y beneficio de la serenidad y el esfuerzo propio. 

Una droga legal que copa cualquier hogar flotando en la silenciosa neblina donde antaño todo eran conversaciones productivas, donde ahora sólo hay risas enlatadas y musiquita sonando entre familias embaucadas sin sueños, que anhelan comprar el nuevo modelo del mercado para sostener en la brevedad del tiempo un amor de pantomima.

Silencio: ha llegado un nuevo WhatsApp.