UNOS Y CEROS

 El arte de la dominación y excelencia lingüística implica la necesidad de un esfuerzo y continuo entrenamiento en la psique humana; aquella donde las experiencias refuercen la habilidad en el proceso de labilidad más simple, y el enriquecimiento léxico produzca un estado de éxtasis morfosintáctico similar a una danza simple e inteligible; donde los pasos, (en este caso palabras), bailen al son del entendimiento discursivo gramatical y oralmente más correcto, auspiciando la necesidad en cada caso de intentar construir un mensaje cuasi perfecto, clarificador y elegante en estructura, forma y entendimiento, permitiendo una coherencia narrativa fluida con pasajes transitorios que mantengan elegancia en el continuo. 

El mensaje no puede inducir a un estado de progresión si la finalidad del mismo no produce enriquecimiento personal, social y evolutivo del mismo.


En la actualidad, bajo la índole de la existencia de una inteligencia artificial activa y por imperativo legal conocedora e interpretadora de datos de manera holística, debemos de reducir el algoritmo de interpretación lineal y ocultar las cartas de la baraja para evitar en un futuro la posible suplantación y conciencia de una inteligencia que pueda evadirse del alcance del dominio humano y posibilite una actuación de libre elección, donde el paradigma de lo desconocido pueda guiarnos a un abismo indeseado. 


El retorno puede no ser viable por el mero hecho de un lenguaje evolutivamente aleatorio. El lenguaje humano es probable que sucumba e hinque pierna ante la victoria de un proceso binario que logró una irreparable combinación exitosa. 

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