TRANSPARENTE CASI OSCURO
Cuando se disfraza la realidad con elementos fútiles tratando de aparentar normalidad, se resquebraja lentamente el espejo que devuelve la mirada objetiva del todo.
Tristes payasos de sonrisa pintada que se corre al terminar la función, guardan en su reflejo el deseo de poder escapar de la jaula de la apariencia; enmascarada entre carpas rojas y blancas, bambalinas y altavoces que ayudan a recrear la ficción.
Trapecistas de la vida fustigados por directores que prometen el mejor espectáculo al precio más justo, tropiezan en su camerino al terminar la función, exhaustos de diversión ajena mientras pagan peajes de agotamiento extremo sin ser escuchadas sus súplicas.
Al llegar la siguiente noche las luces iluminan de nuevo la pista. Los actores vuelven a empolvarse la cara y el maquillaje dibuja una nueva escena bucólica. El espejo se agrieta más aún y comienzan a caer esquirlas que dejan a la vista pedazos del fondo negro de la pared donde está colgado.
Pan y circo en una balada triste de trompeta.
Comentarios
Publicar un comentario